Jorge G. Castañeda
Amarres Perros.
por
Jorge E. González Ayala
Aquellos que nacieron en una posición privilegiada no hicieron
nada para merecerlo, pero a lo largo de una vida pueden tener el mérito de
haber hecho algo de provecho con esos mismos privilegios. Eso fue lo que pensé
tras leer la autobiografía de Jorge G. Castañeda, Amarres Perros, Alfaguara,
2014. Alguna vez miembro del partido comunista, alumno de Régis Debray, hijo de
un destacado canciller de nuestro servicio exterior, canciller él mismo con
Vicente Fox, columnista, opinólogo, activista por las candidaturas
independientes, especialmente por la suya para la presidencia de la República.
Y si, una vida de privilegios en la que desde pequeño pudo conocer
e interactuar con algunos de los personajes más importantes de la vida
intelectual y política tanto de México como del mundo. En la mesa de su padre,
fuera en México o en el extranjero no faltaron escritores, diplomáticos y
personajes de toda índole que Jorge G. Castañeda describe de manera amena junto
con la su especial percepción que le generan. Pero de lo que mejor habla
Castañeda es de sí mismo. Contrario a otros ególatras, él se destaca por ser divertido
y crítico, completamente honesto con su personalidad y personaje público
labrado durante décadas. Desde aquel intento de ingresar al comité central del
Partido Comunista Mexicano sin reunir los requisitos hasta el seguimiento que
le hicieron por años los servicios de inteligencia, pasando por sus
controversias con personajes como Fidel Castro.
Lo agradable de la lectura, es que el autor no oculta ni su
egocentrismo, ni sus intenciones. No finge, ni pretende no desear sus
objetivos. Nada más patético que esos personajes que piden los den por muertos
cuando es del dominio público sus ambiciones.
Pero es también un gran observador de su entorno, sobre todo del
político, analista a través de décadas en diversos frentes. Un verdadero
comprometido con sus causas, no cae en el lugar común del político chapulín que
salta de puesto y partido con la única motivación de la conveniencia, la
sobrevivencia política y el oportunismo. No, Castañeda visita diferentes
trincheras con objetivos precisos y apuestas fuertes que no pocas veces pierde.
Tener razón en el momento equivocado es una de las desgracias que se reconoce.
Astuto, arriesgado, viajero insaciable, su proyecto político e
intelectual esta íntimamente ligado a su persona, pero paradójicamente ha
tenido repercusiones mucho más allá de los que podríamos tal vez adjudicarle o
reconocer. Desde las negociaciones de paz en Centroamérica, hasta su paso como
Secretario de Relaciones Exteriores en los que junto con Adolfo Aguilar Zinzer
recobró algo del protagonismo que alguna vez tuvo México en el panorama
internacional. Tiempo de votaciones en el Consejo de Seguridad de la ONU y de
chantajes telefónicos de dictadores tropicales.
Todo esto entrelazado con una íntima y por momentos conmovedora
narración de la historia de su familia, el orgullo por su herencia judía, las
desavenencias personales, amistosas y amorosas. Vida de novela suena a un lugar
común para describir su historia, pero no se aparta de la realidad.
Es profundo el valor que Castañeda le otorga a la amistad, incluso
en personajes tan tristemente célebres como la señora Elba Esther Gordillo, a
quién visita en prisión. Ya lo dice el dicho, en el hospital y en el presidio
se conoce a los amigos. Admitirlo, tiene un costo político que asume sin
regateos. Su relación con esa mercader de favores y poder es su mayor
contradicción. Hasta qué punto el pragmatismo político permite negociar con lo
más obscuro de nuestro sistema. Pragmatismo del que formaron parte los
regimenes priístas que la crearon y las dos administraciones panistas que le
delegaron irresponsablemente la educación del país como botín a cambio de sus
favores.
Castañeda formó parte de estas alianzas, estos amarres perros que
dan título al libro (mal título para tan buen texto). La idea de las posibles
ventajas tal vez mitigaron la medición de los daños. Aceptarlo sin culpas puede
ser tal vez lo único que salva su credibilidad en contraste con los ex
presidentes que ahora guardan silencio sobre su perversa relación con la llamada “maestra”.
El sistema electoral sigue demasiado blindado a las candidaturas
independientes. Castañeda ni siquiera va arriba en las encuestas al respecto.
Jaime Rodríguez el Bronco y Juan Ramón de la Fuente, encabezan las preferencias
de los posibles candidatos independientes a la presidencia.
Sin embargo esta autobiografía revela a un político de peso
completo, alguien con la cabeza y los pantalones para por lo menos morirse en
la línea y darnos mucho que pensar. Un personaje complejo pero extrovertido,
inteligente y ameno, excepcional en una clase política, acartonada, llena de
formalismos y disimulos. En el futuro mucho le deberán a sus esfuerzos las
candidaturas fuera de los partidos y la democracia en general.
Por mientras, Jorge G. Castañeda está de campaña, una mucho más
propositiva que la de los posibles candidatos de los partidos convencionales.
En hora buena y buena suerte.