A little of respect.
Por Jorge E. González
Ayala
No es una canción de David Bowie, pero fue lo primero que pensé
cuando escuché y vi el homenaje que le hizo Lady Gaga al duque blanco en la
pasada entrega de los Grammys. ¿Fue lo mejor que se le ocurrió a la academia
norteamericana? ¿En serio no se podía hacer algo mejor que un numerito
predecible, un supuesto recorrido, muy incompleto sobre la carrera de Bowie?
Chafa, muy chafa, como prácticamente todo en el show que
representa a un mainstream musical en
crisis, incapaz de reconocerse a si mismo en la música y figura de un artista,
en toda la extensión de la palabra, que innovó y abrió brecha en una industria
que justamente adolece de ello actualmente. El patético homenaje de Lady Gaga
representa el desprecio al personaje que hizo de salir de la zona de confort
una declaración de principios. Una industria que ya no tiene siquiera la referencia de la venta de discos o por
lo menos de descargas de mp3s para medir su impacto en la sociedad.
Y si por no perder rating entre
los millennials prefirieron un
popurrí interpretado por un personaje con mas cualidades mercadológicas que
artísticas, en vez de convocar a aquellos que fueron parte de Bowie y que
gozaron de su influencia y amistad. Supongo que ver a Annie Lennox o Iggy Pop
hubiera sido demasiado pedir, ya no hablemos de por lo menos unas palabras de
Mick Jagger, Tony Visconti o Brian Eno. No se trata de la posición de que todo
tiempo anterior fue mejor, pero el presente se enriquece no sólo de honrar el
pasado, sino de reconocer aquello en lo que hubo aciertos y no sólo bandazos de
popularidad.
Bowie, supo enfrentarse a si mismo en cada disco para como Miles
Davis, no repetirse, ni negarse. Presentarse como otro sin dejar de ser él
mismo.
Incluso, siendo el primero en colocar a cotizar su catalogo en la
bolsa de Nueva York, ideando nuevas formas para hacer negocio de su música,
fue, muy superior a esta industria que malamente le rinde homenaje en los Grammys.
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