Tuesday, March 27, 2007

Mi abuelo Serafín y el Chule


El Chule era el perro de mi abuelo. Este se llamaba Serafín Salazar y era de ascendencia mixteca. Yo nunca lo conocí pero creo que tengo mucho que ver con él. Era de los míos, o más bien yo soy de los suyos. Viudo, se enamoró de mi abuela. Y como era un ranchero que no gustó nada a la familia de ella, que se las daban de ser de la high de Oaxaca a principios del siglo XX, hizo lo que tenía que hacer. Se la robó y se la llevó a un pueblo apartado en la montaña de Guerrero. Alcozauca, cuna de luchadores sociales como mi tío Othon Salzar, y primer municipio que fuera gobernado por el Partido Comunista, tras la reforma de Reyes Heroles. Zona relacionada también con la guerrilla y el narcotráfico. Dicen que mi abuelo era noble de espíritu. Recibía a los indios mixtecos los fines de semana cuando iban a vender su mercancía y les deba comida y atole. Su condición bilingüe la utilizó para defenderlos y abogar con ellos ante las frecuentes injusticias propias de la zona. Como vieron con la historia con mi abuela, era un romántico. Dicen que también era bohemio (por fin entiendo de dónde lo saqué yo). Le gustaba el mezcal y tenía varios cultivos de agave para su producción. Desgraciadamente parece que cuando se iba a las ferias, en los garitos perdió no sólo sus tierras, sino que regresaba hasta sin caballo. Era bromista y de acentuado humor negro. A la hija de su primer matrimonio, mi tía Manuela y a mi abuela les decía "las católicas", por persignadas. Gustaba de contar cuentos y según él, se le apareció la llorona en un río.

Pero la anécdota que les voy a contar dejó una honda impresión en mí. Sucede que uno o dos años antes de que yo naciera mi abuelo enfermó de gravedad. En aquél tiempo la única forma de llegar o salir de Alcozauca sin enfrentar terribles, peligrosos y largos caminos de terracería, era en avioneta. Así que enfermó lo llevaron a la pista a las afueras del pueblo. Tras la comitiva los iba siguiendo el Chule, perro fiel de mi abuelo. Así el Chule vio cómo subían a una avioneta a su amo y cómo esta despegaba. Semanas después mi abuelo falleció. Cuentan que durante años el Chule acudía todos los días a la misma hora a la pista de las avionetas a esperar el regreso de mi abuelo y todos los días a la misma hora regresaba. El pueblo lo utilizaba de reloj. "Ahí va el Chule". Esto fue, hasta el día que murió. Nunca perdió la esperanza de volver a verlo y seguramente dónde esté mi abuelo, lo acompañará ahora el Chule. Algo muy especial debe haber tenido mi abuelo. Espero yo también algún día conocerlo.

Jorge E. González Ayala


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El Chule jugando conmigo en la puerta de mi abuela

atrás mi hermana Xochitl

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