Tuesday, September 05, 2023

Será la sociedad civil.


Por Jorge E. González Ayala

 

En 1988 tras romper con su monolítico partido de origen, Cuauhtémoc Cárdenas se postuló a la presidencia a través de los partidos satélites y paleros del mismo PRI: PARM, PPS, PST. Tampoco había mucho de donde escoger. El Frente democrático nacional inició con toda la fuerza del estado en contra y la desconfianza de la oposición formada durante décadas a contra corriente y bajo persecución. Dos adalides del viejo régimen como Cárdenas y Muñoz Ledo en el papel de disidentes generaban lo menos, desconfianza. Pero contra todo pronóstico, la candidatura del hijo del general Cárdenas fue de menos a más. Las plazas se iban llenando, entre más lo atacaba el poder, más simpatías recibía de los electores. Las condiciones estaban dadas, no para la revolución con la que soñaban los duritos de izquierda, sino para la revolución democrática. La sociedad civil, la que no militaba, la de a pie, la que sufrió la represión en el campo, las crisis económicas originadas del populismo, las que tomaron las riendas de los rescates del sismo de 1985, fueron las que dieron forma a la bola de nieve en que se convirtió la campaña opositora.  Desde el PAN también despegó y bien, la candidatura de Manuel J. Clouthier. 

En la izquierda, Heberto Castillo tuvo la visión y sobre todo la generosidad con la lucha por la democracia, de declinar su candidatura por el PMS. Partido que con el tiempo cedió también su registro histórico, aquel que sacó al Partido comunista de la clandestinidad y que fue uniendo a las diversas fuerzas de izquierda, PSUM, PMT y finalmente PRD. Muchos murieron, pasaron cárcel y persecución por ese registro, de ese tamaño fue la infamia del actual presidente que lo destruyó desde dentro para saciar su ambición. Pero esa es otra historia.

 

La candidatura de Xóchitl Gálvez ha sacado ámpulas en el régimen de la llamada 4t. Su líder ha dado línea y los búfalos en estampida se han cuadrado como en los viejos tiempos del PRI que tanto extrañan, para atacarla. Pero el ataque del presidente sólo hizo una cosa, como en 1988, encauzar el descontento generalizado de la sociedad civil y de la clase media, dicho sea de paso, fue está última el fiel de la balanza que le dio el triunfo en la pasada elección presidencial a López Obrador.

 

En democracia, los electores deciden, los resultados hablan. Por eso el miedo del régimen, porque sin resultados, los electores pueden votar por la sana alternancia. Por eso su saña contra la candidata de la oposición, porque saben la posibilidad real de perder. Por eso su deseo ni siquiera disimulado, de sabotear los órganos electorales y de trasparencia. Porque lo de ellos es la corrupción, la mentira, la ilegalidad para mantener el poder a toda costa.

Para sus seguidores el dogma y el atole con el dedo.

 

Pero será, como en1988, la sociedad civil la que los detenga. Nuestra joven democracia será defendida de este primer intento de regresar al presidencialismo patriarcal, vertical y autoritario. Será la sociedad civil, la de todos los de a pie, la que detendrá la reinstauración del viejo régimen.  Seremos nosotros los que le dirán desde todos los frentes éticos y legales al poder y sus esbirros; ¡No pasarán!

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