Monday, September 11, 2023

Leonard Bernstein



Por Jorge E. González Ayala

 

El Siglo XX fue abundante en genios e innovadores dentro del arte y especialmente la música. De Stravinsky a Shöenberg, de la dodecafonía a las vanguardias, Ligeti, Penderecki o Miles Davis y toda la música que se derivó de sus nuevos enfoques. También fue prolífica en grandes directores como Toscanini, Furtwängler, Abaddo, Boulez y claro, no hay lista de directores sin Karajan, siempre Karajan.

Pero hubo uno que se caracterizó por virtudes más allá de su gigantesco talento musical, sino por su postura frente al mundo, Leonard Bernstein.

Nacido en el 26 de agosto de 1928 en el seno de una familia judía en la ciudad de Nueva York, muy joven se destacó como pianista y en 1943 sustituyó por enfermedad a Bruno Walter en el podio de la Filarmónica de su ciudad natal, cosechando un éxito inmediato y siendo el primer director estadounidense en dirigir la orquesta y convertirse en un director de fama mundial.

 

La post guerra fue el contexto en el que Lenny, como le llamaban cariñosamente, destacó tanto en las salas de concierto y teatros como fuera de ellos. Se convirtió en símbolo y de alguna manera portavoz de un Estados Unidos de valores liberales, reivindicador del pueblo judío tras el holocausto y de Mahler.

Incansable divulgador de la música, durante años condujo un programa de televisión explicando e interpretando lo mejor de la música de concierto a millones de televidentes, especialmente niños y jóvenes, incluyendo autores modernos y poco conocidos o de países latinoamericanos. 

 

Multifacético, no hizo el feo a ningún género, como compositor no dudo en acercarse al jazz, a la música popular y el rock. Como director estrenó la vanguardista sinfonía, Turangalila de Oliver Messiaen, pero como autor tampoco se contuvo en hacer música tonal, posiblemente conservadora para la época, con enorme carga mística, religiosa e incluso política, como su tercera sinfonía Kaddish, dedicada al asesinado John F. Kennedy. Por años estuvo en la mira del FBI de Hoover como probable comunista y Nixon no dudo en llamarlo públicamente, hijo de la gran puta. 

 

Partidario de la integración racial, pacifista, abiertamente bisexual, hizo acto de presencia en momentos cruciales de la historia reciente como la consolidación del estado de Israel o la caída del muro de Berlín.

 

Su némesis fue sin duda Herbert Von Karajan. La vieja Europa contra la nueva América. 

A contrapunto del gesto severo de Karajan, el de Bernstein era digamos, más “humano”, entendiendo la humanidad como una paleta inmensa de emociones, de la alegría y la risa, a la introspección o el llanto. 

Probablemente la victoria simbólica de esta competencia artística fue en 1970, cuando Bernstein tomó la batuta de la Filarmónica de Viena, y entre otras cosas grabó las nueve sinfonías de Mahler, el compositor y director judío discriminado en vida por su origen y borrado de los atriles por el nazismo en su natal Austria.

 

Así de grande su legado.

 

Por cierto, también compuso West Side Story (Amor sin barreras) y se acaba de estrenar en el festival de Venecia Maestro, una película biográfica dirigida y protagonizada por Bradley Cooper, el mismo de Nace una estrella, con Lady Gaga.

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